Primer Aniversario en la Rosa de los Vientos

Decía el gran poeta clásico Virgilio: "Fugit irreparabile tempus" ("El tiempo se va para no volver"), y así es, constante, incansable, persistente, tenaz e infatigable, logrando que el presente no exista y que no sea mas que un punto entre la ilusión y la añoranza.

Solamente han trascurrido treinta y un millón y medio de segundos, de diminutos instantes desde que este humilde blog viajero se presentó en sociedad, sin pompas ni boatos, tímidamente, dándose a conocer inicialmente a los mas cercanos, con el apoyo incondicional mis dos joyas, Esther y Raúl, compañeros viajeros en todas y cada una de mis andanzas, y con el beneplácito del maestro Luis Gispert, catedrático de la prosa, domador de palabras y pintor de las letras, que a la lectura del primer texto me animó a continuar.

A grandes zancadas saltamos de un rincón a otro, mostrando pincelada a pincelada algunos de los lugares que mas nos han impactado y que nos propusimos compartir.

Partimos en primer lugar hacia la preciosa tierra vasca, y allí, muy cerquita de Bermeo, junto al cabo de Matxitxako, descubrimos el impactante paisaje de San Juan de Gaztelugatxe. Dejando la abrupta costa vizcaína nos adentramos a continación en los áridos páramos del suroeste navarro para visitar con recogimiento uno de los templos mas sorprendentes que jalonan el Camino de Santiago, como es Santa María de Eunate.

A esta visita, y cambiando de tercio, le siguió una escapada veraniega a la radiante y luminosa Denia, que a los pies del Montgó nos mostró su peculiar fiesta de Bous a la Mar. De allí, a la comarca cántabra de Valderredible, que delimita la meseta con la cornisa cantábrica y que nos enseña junto al discurrir del Ebro la joya románica de San Martín de Elines.

Un nuevo cambio de rumbo en nuestra particular Rosa de los vientos nos acercó posteriormente al pirineo gerundense, para visitar primero, el bucólico valle de Nuria y posteriormente la medieval y recóndita villa de Beget.

Y de las magníficas cimas pirenáicas a los que dicen son los mas altos acantilados de Europa, al noroeste de la provincia de A Coruña, junto a la ribereña sierra de Capelada, para visitar el monasterio de San Andrés de Teixidó, lugar que hay que visitar en vida para eludir el peregrinaje una vez muertos. Nuevo cambio de rumbo para volver a Navarra, aunque esta vez a su zona mas septentrional, que contrasta con la anterior por la ingente cantidad de tonalidades verdes y ocres que adornan sus pobladas cumbres, y allí, junto al cauce del Bidasoa, visitar el sugestivo paraje del Señorío de Bértiz.

Nos trasladamos posteriormente al centro de la península para visitar la milenaria Segovia y su descomunal acueducto romano que nos deja tan conmocionados que nos exige volver este mismo verano, aunque sea para pernoctar en el previsto periplo gallego. Y por último, nuevamente el mar, ese mar Cantábrico que por momentos nos hipnotiza y a la vez nos amedrenta, con sus feroces embates sobre las esculturas del maestro Chillida (el Peine de los Vientos), al pie del monte Igueldo y con la Bella Easo y su playa de la Concha como mudos testigos.

Y entre viaje y viaje, retales de mi tierra, de mi Segorbe, que espero que os hayan gustado y que hayan servido para dar a conocer la ciudad, su historia y su Fiesta Internacional.

Espero poder seguir mucho mas tiempo con esta singladura viajera y compartir con todo aquel que lo desee las experiencias y sensaciones que me transmiten los lugares que visito, durante ese precioso vicio que es el viajar.

Un abrazo fraternal a todos vosotros. Es un placer compartir.